jueves, 4 de febrero de 2010

Esperando la carroza.


Aunque encuentro pocas personas en la televisión más irritantes (lo que es mucho decir) desde una idiotez expuesta sin disimulo (ídem anterior) que Sergio Lapegüe, por esos designios del Señor, vi ayer el segmento que conduce por TN.

En realidad, como dijera don David Viñas “hacía nuca” a la tele, porque me hallaba inmerso en mi reciente pulsión blogger.

Lapegüe, entre reclamos a la audiencia para que no lo abandonase, considerándonos su “amigo”, mío a su vez, dado que recibía ese mensaje entre imbécil y patético, presentó la nota correspondiente a la conferencia de prensa que había ofrecido la Presidenta a despecho de una costumbre anterior, refractaria de tales eventos.

El motivo central de la rueda era transmitir la designación de Mercedes Marcó del Pont al frente del Banco Central de la República Argentina, en reemplazo del destituido Hernán Pérez.

Cierto es que comparto con unos cuantos, disiento con tantos otros, un sentimiento de plácida satisfacción con esa designación, desde una propuesta, y por cierto una ideología, más acordes con los tiempos que corren en términos de política económica, de los cuales participo con entusiasmo, ratificado desde el aval categórico que a su designación le confirió una de las personas que más considero en la materia: don Aldo Ferrer.

Hasta la figura de la propia funcionaria me resulta agradable; su perfil republicano, una belleza armónica, sin ser despampanante, su sonrisa de una frescura tan alejada de la construida por personajes como el destituido Pérez, a quien recuerdo sonriente ante las cámaras de televisión durante estas semanas de tantas idas y venidas, bajo 40 grados de sensación térmica, circunstancia esta sola, que habilita a encontrar en esa risa, una mueca prefabricada.

La Presidenta, decía, había convocado la rueda de prensa para dar esa noticia, aunque algunos periodistas le preguntaron acerca de la opinión que le había merecido el temperamento del Ing. Cleto en el seno de la Comisión Bilateral que se pronunciara por la eyección de Pérez del central, esta vez, según se vea, en sintonía con el gobierno cuyo proyecto había decidido abandonar a partir de una madrugada de julio de 2008.

Nada dijo al respecto la Presidenta, pero quien sí abundó sobre el punto fue el republicano y recientemente laureado “mejor periodista del año” por un autorizado Jurado convocado por la dirección de la revista “Noticias”. Aludo a quien denodadamente lunes a lunes desciende de su altura al llano de los mortales: don Joaquín Morales Solá.

Esa personalidad impar escribió en la fecha una columna en el diario “La Nación”: “Cobos, la inesperada ayuda para el modelo”, mediante la cual elaboró nuevas diatribas contra el gobierno nacional –como viene haciéndolo de un tiempo a esta parte, a diario- a caballo de una argumentación impregnada de capricho y ponzoña, a veces incluso, incongruente.

Mis opiniones acerca del “mejor periodista del año” laureado con ese homenaje emanado de una Junta de Notables integrada, entre otros, por la inolvidable bailarina de suerte esquiva en la troupe de Marce Tinelli, doña Nina Peloso de Castels; aparecen naturalmente desechables.

Menté a Lapegüe –que algún votito habrá cosechado en esa compulsa como el “mejor periodista del año” y aunque no lo alcanzó viene haciendo muchos méritos para serlo en breve- impostaba la voz, callaba juicios, (mal) disimulaba la risa, cuando desde el canal donde se lo emplea, se hizo referencia a la denuncia categórica que hiciera la Presidenta al ser consultada respecto de la compra de dos millones de dólares que hiciese su marido en 2008, precisamente, por un periodista del diario “Clarín”.

Fiel a su estilo, la Presidenta tiró a matar, acentuando un conflicto del cual unos cuantos coletazos se harán sentir a lo largo de este 2010 que apenas despunta, aunque estaba lo suficientemente enojada como para cometer la boutade de comparar esa adquisición de moneda extranjera –de esa suma- con una operación por la compra de un departamento de… un ambiente.

La Presidenta a su vez -de esto pude enterarme al día siguiente- enumeró una serie de importantes empresarios de ese multimedio que habrían hecho diferencias económicas con operaciones más importantes que la llevada a cabo por Néstor Kirchner, sólo que (como lo anticipé) no pude enterarme de ello en el segmento de Lapegüe, dado que los dichos de la Presidenta fueron sometidos a una prolija edición que obvió tales referencias.

Lo cierto es que pegó donde duele y dijo algo innegable (más allá de las recriminaciones que personalmente prodigo al ex Presidente Kirchner a causa de su pulsión por el dinero, que tanto daño le hacen al proyecto de su sector y al gobierno de su esposa) como fuere, esa operación había sido declarada por aquél en su declaración jurada, ante la AFIP y la Oficina Anticorrupción, temperamento bien distinto de otros dirigentes políticos y de otros ámbitos que lo ocultan.

“En este país no es fácil vivir en blanco”, amenazó la presidenta Fernández.

Algo (mucho) de razón tiene, por caso: ¿alguien se sorprendería ante una operación similar por parte de ese empresario afecto al reaggetón: “La vecinita tiene antojo”, don Francisco De Narváez? Por cierto que la pregunta es retórica, dado que se supo que construyó su riqueza desde muchas operaciones de esa especie, bien que disimuladas por su contador, particularidad que confió al director de la citada revista “Noticias”, en un sonado reportaje.

Al repasar esas y otras notas salientes de la conferencia de prensa, “Página/12” destacó que la Presidenta había aprovechado la ocasión –y a su vez, distender el clima de la rueda-, felicitando a realizadores e intérpretes de la película: “El secreto de sus ojos”, a raíz de la nominación al Oscar conocida ayer, como “mejor película extranjera”.

Tal como lo hiciera en otra oportunidad, resaltó su afición al cine, animándose a calificar la película como “una de las que más me gustó”, junto con el grotesco de Alejandro Doria, la inolvidable: “Esperando la carroza”.

Creo que admiradores y detractores de Cristina Fernández debemos reconocerle la espontaneidad, la frescura de comentarios de esa especie: lejos de identificarse con alguna propuesta que supondría su mirada refinada en la materia (como “La mujer sin cabeza”, de la Martel o “El otro”, de Rotter) optó por una producción en ese terreno, menor.

Algo parecido había hecho al promover el fallido “tren bala” entre Buenos Aires y Córdoba, al evocar un pastiche pochoclero norteamericano del tipo de: “Sintonía de amor”, cuando aludió a una escena que se jugaba en un tren de características similares que el prometido.

Lo concreto, digresión al margen, es que una vez más, el kirchnerismo ante un escenario que se supone difícil para sus pretensiones, dobla la apuesta al designar una funcionaria acorde con una propuesta económica declamada, aunque no siempre llevada a cabo, sin los remilgos de otros tiempos en los cuales se procuraba contentar a grupos de interés que no confiaban, ni confiarían en tal proyecto y sus mentores.

En tanto, muchos de esos intereses al acecho, seguirán esperando la carroza.

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